Dos empresas B, CARNE y Genética del Este, se juntaron para hacer hamburguesas provenientes de animales criados en campos en procesos verificados de regeneración ambiental.
Las hamburguesas forman parte de la cultura urbana, resolviendo rápido la necesidad de una comida sabrosa y nutritiva. Millones de consumidores eligen hamburguesas, los niños las aman. Sin embargo, existe una corriente de consumidores que cuestiona las hamburguesas de carne vacuna desde varios puntos de vista: valor nutricional, huella de carbono, maltrato animal. Según estas críticas las hamburguesas son dañinas para la salud, tienen una huella de carbono positiva generada por su producción, -la cual emite grandes cantidades de CO2 y acelera el cambio climático-, y provienen de sistemas donde los animales fueron maltratados o criados con bajos estándares de bienestar. Esta crítica dio origen a las falsas hamburguesas (fake burgers) hechas a base de soja y productos químicos, que se proponen como una solución . También generó cuantiosas inversiones en carne sintética, producida a partir del cultivo de células en laboratorio.
Mientras que las críticas anteriores son acertadas para las carnes provenientes de sistemas de producción industrializada (feed lots), son falsas para las hamburguesas hechas con carnes regenerativas. No reconocer esta diferencia nos llevaría a ignorar una fantástica solución a favor de la salud, del planeta y del bienestar animal:
Salud: Las hamburguesas hechas con carne de animales alimentados en pasturas regenerativas no tienen productos químicos y antibióticos, y su composición provee proteínas de alto valor biológico como vitamina B12, creatina, taurina y altos porcentajes de ácidos grasos Omega 3. Estos componentes son esenciales para la salud humana, -especialmente para el desarrollo de los niños-, y se encuentran ausentes o en bajas concentraciones en las hamburguesas de soja.
Cambio climático: Según un estudio realizado por la Consultora Quantis en Estados Unidos, las carnes de Feedlot tienen una huella de carbono de 33 kilos de CO2 por kilo de carne. Las hamburguesas de soja reducen esta huella a 4-5 kilos de CO2 emitido por kilo de producto, pero ambas representan una emisión positiva y no son una solución. Las hamburguesas de carne regenerativa provienen de sistemas donde el secuestro de carbono supera a las emisiones de los animales, con una huella negativa de 3-6 kilos de CO2 por kilo de carne. Dicho en otras palabras: si el consumidor está preocupado por el cambio climático, debería preferir las hamburguesas regenerativas.
Bienestar animal: Los animales producidos en ganadería regenerativa tienen un manejo libre de estrés, donde los productores se ocupan de que estén libres en casi todo sentido: de hambre, de sed, de incomodidad, de miedo y de maltrato. No podemos imaginar vacas más felices. Las vacas y otros animales pueden vivir en armonía con la diversidad de un ecosistema completo y sus miles de criaturas, mientras que las hamburguesas de soja provienen de lugares donde ese ecosistema es destruido para producir un monocultivo repleto de productos químicos.
Es una gran noticia que dos empresas B, comprometidas con el triple impacto social, ambiental y económico, hayan sumado esfuerzos para que los consumidores argentinos puedan elegir hamburguesas saludables, que combatan el cambio climático y que permitan sostener la diversidad de la vida en el planeta. Nuestro saludo y nuestro deseo de un enorme éxito en este emprendimiento. La esencia de las empresas B es que cuanto mejor les vaya a ellos, mejor le irá al mundo entero.